La correspondencia se ha convertido en una válvula de escape para los indocumentados en los centros de detención tras la cancelación de visitas por la pandemia del coronavirus, cartas que reflejan una acuciante desesperación por el miedo a contraer la enfermedad.
“Solo me paro en la venta y miro hacia afuera, quiero ser como los pajaritos, tener mi libertad tan cerca y no poder obtenerla”, con esas palabras describe una guatemalteca sus más de seis meses de encierro en el Centro de Detención de Eloy, en Arizona.
“Amiga le escribió esta carta porque no tengo con quien más platicar, me siento muy triste, hay (sic) amiga con lágrimas en mis ojos le dijo, que ya no soporto estar en este lugar, hay amiga no es fácil, extraño a mi familia, esto desesperada, no sé qué hacer, solo un milagro me puede sacar de este lugar”, relata la migrante en la carta.
La destinataria es Katherine Smith, coordinadora del Programa de Visitas en Detención de Casa Mariposa, que cada mes recibe correspondencia mayormente de mujeres inmigrantes provenientes de Guatemala, Honduras, Nicaragua, Cuba y México, y que se hallan en el centro de Eloy.
Hasta la aparición del coronavirus, Smith acudía al centro para hacerles una visita en persona y darles ánimos, pero ahora las cartas son la única forma para que las detenidas expresen su preocupación, sus angustias y tratar de encontrar la ayuda que necesitan con desesperación.
Misivas que para muchos migrantes detenidos son la única forma que tienen de comunicarse con el mundo exterior, ya que la gran mayoría no tienen familia en Arizona ni en Estados Unidos.
Según se desprende de algunas cartas a las que ha tenido acceso Efe, las indocumentadas ponen mucha dedicación, todas escriben con letra legible, otras las adornan con dibujos o las colorean, como una forma de transmitir sentimientos.
Smith dijo que en los últimos meses ha notado un cambio en la correspondencia que recibe, con cartas que cada vez más muestran la desesperación que viven los inmigrantes detenidos en medio de la pandemia del COVID-19.
Por ejemplo, dice la voluntaria, la palabra “desesperada” aparece seis veces en una carta que recibió el pasado 9 de mayo de una inmigrante que firma con la letra “G”. Adornada con un brillante dibujo de flores, en la misiva la mujer le cuenta que finalmente ICE le otorgó una fianza, pero de 20.000 dólares, un monto prácticamente imposible de recaudar.
“Estoy desesperada, no sé cuánto tiempo más podré estar aquí, la gente está muy preocupada, tienen miedo a infectarse”, escribe la migrante.
Diversas organizaciones a nivel nacional han pedido que ICE libere a los inmigrantes que se encuentran en detención ya que temen por sus vidas ante la pandemia del COVID-19.
En el centro de detención de Otay Mesa, en California, y donde más de un centenar de detenidos hicieron una huelga de hambre en demanda de seguridad, murió semanas atrás un salvadoreño por el COVID-19.
De acuerdo a las cifras más recientes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en los centros de detención de todo el país se han confirmado por lo menos 1.181 casos de coronavirus entre los detenidos.
“Me duele estar encerrada a mi corta edad en una celda, y lo que más preocupa es que mi mama está muy enferma y ella me quiere ver aunque sea una vez de una video llamada y yo no puedo hacer nada”, describe “G”.
Smith trata de contestar lo antes posible las cartas que recibe, con palabras de ánimo y tratado de levantar sus espíritus, y ante los pedidos de asesoría legal trata de ponerlas en contacto con abogados que los puedan orientar.
Otras le preguntan cómo decir palabras o frases importantes en inglés al juez de inmigración cuando les toque su audiencia en una corte, ya que temen que no comprenda la gravedad de su situación.
La mayoría llevan meses o años fuera de sus países, se han subido al trena La Bestia, han atravesado México de punta a punta y han esperado meses a las afueras de los puertos de entrada a EEUU por una oportunidad para presentar su caso de asilo.
Debido a la pandemia del COVID-19 todos los procesos migratorios se han alargado, las cortes de inmigración se han retrasado, lo que extiende aun más el tiempo de detención de los migrantes.
Las cartas de los migrantes siguen llegando hasta las oficinas de Smith, en la ciudad de Tucson. En una de ellas, una inmigrantes dice: “Estamos muy necesitadas”.